Estamos ante un juego infantil de 32 cartas en el que el tema está muy bien encajado. Tenemos que poner huevos y empollarlos.
El azar de las cartas imprime una presión a las partidas por ser el primero en esta carrera, donde además de hacer nuestra tarea podemos decidir robar a los demás o no. En el caso de los más pequeños está en nuestra mano suavizar el robo para manejar la frustración de que alguien se lleve los huevos que tanto te ha costado conseguir.
En casa este juego está desgastado de todas las partidas que le hemos dado con nuestros hijos desde que tenían 5 años, pero a día de hoy (ya adolescentes) lo jugamos y seguimos disfrutando y riéndonos como cuando eran pequeños. En el caso de mi hijo pequeño, al principio no robábamos más de un huevo por persona, pero a base de jugar partidas, entró en robar él también y disfrutar ganándonos a su madre y a mí.
Es un juego que una vez enseñado no necesita de un adulto que dirija o ayude. Ellos solos lo juegan. Cuando éramos pequeños jugábamos con nuestros padres pero la mayoría de las veces jugábamos con hermanos, primos y amigos, sin mayores. Tenemos que dejarles que disfruten solos. Aunque hay que reconocer que cuando juegan con nosotros, el reto es más gratificante, fastidiarnos.
Djeco tiene una colección de juegos de cartas con este formato, a destacar Piratatak juego en el que debemos construir un barco y enfrentarnos a los piratas que nos abordan sin parar y si no tenemos monedas nos roban piezas del barco. Una serie para probar si tenéis txikis por casa.
Lo dicho, juego económico, transportable, rápido, fácil y muy emocionante. Dadle un oportunidad.