Llegados a este punto, decir que el juego que tenemos ante nosotros es un juego familiar que intenta transportarnos a la vida en la granja. Temática agradable y atractiva para los menores de la casa que siempre disfrutan jugando con animales.
Es un juego de memoria con un factor de azar que lo hace diferente. No solo te bastará con saber en que lugar del campo están los alimentos preferidos de cada animal, sino que además tienes que esperar la suerte de que el dado quiera darte el color del campo que esperas. Importante para mantener la concentración de los peques, que sabemos no es muy elevada.
La disposición de las losetas separando los alimentos por campos, hace que para los menores sea más fácil recordar esos alimentos. A su vez el que el juego termine cuando se acaba un campo, hace que los que son un poco más grandes, utilicen la estrategia para alargar/acortar la partida según su conveniencia.
La interacción entre los jugadores no es nada elevada lo que convierte en el juego casi en una carrera por ver quien consigue antes llevarse un número determinado de cartas. Únicamente el ver que un jugador se lleva la carta de la cuál conocías su ubicación puede frustrar a los más pequeños.
La toma de decisiones aunque de manera minimizada está presente en el juego, mediante la elección del animal al que vas a dar de comer y el tipo de carta donde se esconde el alimento.
La producción del juego es más que aceptable. Una caja pequeña con un dado, tres tractores de madera y poco más de 30 cartas cuadradas, que podemos sacar en cualquier reunión familiar, o de amigos.
En definitiva un juego de memoria que hará la delicia de los chiquitines de la casa y que no te arrepentirás de añadir a tu ludoteca.